sábado, 21 de enero de 2023

JEFF BUCKLEY

La música tiene la cualidad de ser orgásmica, causando, a través de las canciones, una sensación tan parecida a la satisfacción sexual tan anhelada por el ser humano. Jeff Buckley era el artífice del orgasmo musical al despojar su alma desnuda con suma gracia.

Jeff Buckley, nativo del signo Escorpio y de personalidad INFP al igual que su servidor, fue un artista de esos que no vemos a diario: Un individuo introvertido, sensible, romántico y con unas habilidades muy envidiables no sólo con la guitarra, sino con diversos instrumentos como lo fuese su propia voz, bajo la cual expresaba sus inquietudes más profundas en temáticas que exploraban el amor, la vida, el sexo y la muerte, llegando esta última ante él a la prematura edad de treinta años en 1997 (justamente el año en que yo nací).

Nacido en Orange County, California (Estados Unidos) un 17 de noviembre de 1966 dentro del seno de una familia con inclinaciones musicales, su padre era nada más y nada menos que Tim Buckley, un cantautor de folk cuyo estatus de culto se consolidó producto de una temprana muerte a sus veintiocho años de edad en 1975 luego de una sobredosis de drogas, habiendo editado tan solo nueve discos y privando al pequeño Jeff de la oportunidad de realmente conocer a su ausente progenitor más allá de un fatídico único encuentro cuando tenía ocho años.

«Me gustaba Led Zeppelin, The Who, Jimi Hendrix, Pink Floyd y todas esas cosas raras que los niños nunca conocerían, como Booker T. & the M.G.'s. Empecé a escuchar a Edith Piaf cuando tenía dieciséis años. Más tarde descubrí a Bad Brains y a Robert Johnson y los idolatraba… Existe un hilo común a través de todas esas cosas. Mi música tiene que ser la culminación de todo lo que he amado. Así es como aprendí mi alfabeto. Pero aprendí, probablemente en mi fase de Miles Davis, que para rendir tributo a las cosas que amas, debes convertirte en ti mismo» - Jeff Buckley reflexionando sobre sus influencias musicales.

Afortunadamente, Buckley sí logró formar un vínculo sólido con su madre, y fue ella, junto con su padrastro, quien contribuyó en la formación musical de su hijo al presentarle a muchas de sus futuras influencias, como lo fueran los ya mencionados Led Zeppelin, Bob Dylan, Jimi Hendrix, The Smiths e, inevitablemente, Tim Buckley. Jeff resultaría, a raíz de esto, en un cantante de soul que incorporó su pasión por el blues en su estilo folclórico de hacer rock con un misticismo que iba más allá del mismísimo rock 'n' roll, solo comparable a Donovan, en mi opinión.

Luego de un intento fallido (o una perdida de tiempo según él) aprendiendo teoría musical en el Musicians Institute de Hollywood y habiendo formado parte de malogrados grupos locales como guitarrista, Jeff se mudaría a la ciudad de Nueva York a finales de los años ochenta para abrir sus horizontes dentro del mundo de la música, tocando principalmente en bares y cafés como su habitual Sin-é (de donde se desprendería un EP en vivo más tarde). Fue en este periodo en el que Buckley grabaría sus primeros demos con la ayuda de quien fuese el mánager de su padre, buscando generar interés por parte de la industria musical, lo cual terminaría logrando tras rendirle tributo a Tim en un concierto en homenaje ya hacia el año de 1991.

Esta serie de eventos resultarían en la composición mayoritaria de lo que sería su único álbum lanzado en vida, contando con la producción de Andy Wallace, el colaborador Gary Lucas, orquestaciones y una banda de acompañamiento conformada por Michael Tighe, Mick Grøndahl y Matt Johnson. Bajo un repertorio de composiciones en sintonía con el rock alternativo popularizado en aquella época, temas como Mojo Pin, Lilac Wine, Lover You Should've Come Over, Dream Brother y Forget Her conforman un álbum irrepetible debido a su estilo tan etéreo, urgente y sobrecogedor.

La canción homónima, Last Goodbye, So Real, Eternal Life y Hallelujah (original de Leonard Cohen) fueron los sencillos editados.

Grace (Columbia) fue lanzado oficialmente en agosto de 1994, y a pesar de que en su momento no fuese un éxito de ventas inmediato, con el paso de los años ha sido justamente revalorizado como una de las grabaciones más importantes de la música rock y una obra maestra atemporal, siendo alabado por la crítica especializada y por gente de la talla de Robert Plant, Jimmy Page, Paul y Linda McCartney, entre otros.

Lo que sucedería posteriormente a la salida del elepé sería una serie de giras alrededor del mundo con fines promocionales extendida hasta un par de años, en las cuales Jeff y su banda se presentarían en recintos como el CBGB's (Nueva York), el Bataclan (París), el Cabaret Metro (Chicago) y el Festival de Glastonbury (Somerset). Pasados esos dos años, la presión producto del agotador ritmo de vida entre recitales empezaría a hacer mella en la agrupación, provocando la salida del baterista Matt Johnson y forzando a un descanso indefinido a partir de entonces.

A lo largo de 1996, Jeff Buckley se mantendría alejado de los escenarios, un tiempo que sería aprovechado para componer un cúmulo de canciones que estaban destinadas a conformar un muy ansiado segundo álbum de estudio que contaría con la producción de Tom Verlaine (Television). Muy a pesar de que las grabaciones fuesen dignas de editarse en un LP, Buckley sintió una inconformidad continua con los resultados obtenidos y muchas dudas con respecto a su estilo, por lo que, ante el estrés, contactó a Andy Wallace para salvar el proyecto desde cero...

Desgraciadamente, el 29 de mayo de 1997, justo una noche antes de comenzar las nuevas grabaciones, Jeff Buckley, recién mudado a una casa de escopeta en Memphis (Tennessee), había decidido ir a nadar junto a su roadie en el Wolf River en un arrebato de espontaneidad, entrando al agua totalmente vestido (botas incluidas) y con actitud juguetona mientras cantaba una de sus canciones favoritas de Led Zeppelin... Pocos minutos después, pasaría un bote lo suficientemente grande como para provocar una ola que hundiese el cuerpo de Buckley dentro del río, perdiéndose el rastro de él desde la orilla según su acompañante. Una semana más tarde -y tan impactante como si se tratase de un episodio de La Ley y El Orden- pasajeros del barco American Queen fueron testigos de como el cadáver en avanzado estado de descomposición de Jeff yacía inerte en la orilla tras haberse ahogado en el agua.

Luego de su funeral, la madre de Jeff Buckley se haría cargo de preservar el legado de su muchacho intacto a partir de entonces, por lo que la publicación póstuma del que iba a ser su próximo álbum sería bajo su supervisión, cuyo material evidenciaba ya de por sí una evolución natural pero a la vez una búsqueda insaciable dentro de su sonido, intentando abarcar desde el pop punk hasta el soul music en temas como The Sky Is A Landfill, Nightmares By The Sea, Morning Theft, Vancouver y You & I.

Everybody Here Wants You fue el único sencillo desprendido.

Descrito como el manual para perdedores enamorados, Sketches For My Sweetheart The Drunk (Columbia) se publicó en mayo de 1998, un año tras la trágica muerte de Jeff, y, a pesar de las circunstancias que lo rodean, me parece un fiel testamento a lo que el artista hubiese aspirado a editar de no haber ocurrido esa desgracia que lo desamparó en el Mississippi y, sobretodo, un trabajo totalmente adelantado a su época. Tanto la prensa musical como sus más acérrimos fans recibieron este lanzamiento con los brazos abiertos, el cual sirvió como la muy necesaria clausura que necesitaba la familia de Buckley con respecto a su accidental fallecimiento.

«Hay un trasfondo en su música, hay algo que no puedes precisar. Como lo mejor de las películas, o lo mejor del arte, hay algo debajo y hay una verdad ahí. Y encuentro sus cosas absolutamente inquietantes. Simplemente... está debajo de mi piel» - Brad Pitt, declarado fanático de nuestro protagonista gracias a que su esposa en aquel entonces, mi admirada Jennifer Aniston, era portadora de un CD de Grace.

En su corta trayectoria, Jeff Buckley nos brindó, a través de su música, una gran satisfacción producto de la pasión desprendida en sus canciones, bajo las cuales se desnudó ante nosotros con el fin de producir algo parecido a un orgasmo musical en nuestros oídos. ¡Hasta la próxima roqueros!

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