domingo, 30 de abril de 2023

MODERN LIFE IS RUBBISH

La música es el lenguaje del amor por excelencia, nos motiva a dedicarle canciones a la chica que nos gusta y nos sirve como una banda sonora para nuestros corazones cuando estamos enamorados, o mejor dicho, cuando la vida moderna deja de ser una basura.

Reseñar filmes no es algo a lo que estamos tan acostumbrados en El Rincón del Roquero, ya que aparte de Almost Famous y Quadrophenia, son pocas las películas musicales que merecen la pena de ser escritas. Pero desde la primera vez que vi este largometraje a principios de 2020, se ha convertido en uno de mis favoritos, por ello les quiero presentar: Modern Life Is Rubbish.

ANTECEDENTES

Basada (y expandida) a partir de un cortometraje homónimo de Daniel Jerome Gill, la idea en torno a la realización de este filme toma inspiración de clásicos modernos como High Fidelity (2000) y sobretodo 500 Days Of Summer (2009), en las cuales se representan los altibajos de la vida sentimental de un amante de la música y su objeto de deseo.

A pesar de ser tanto el debut directoral de Gill como del guionista Philip Gawthorne en este medio, ambos logran de una manera muy convincente replantear una propuesta cinematográfica que no ha sido explorada lo suficiente con este proyecto, tomando como punto de partida la vital importancia que la música ejerce en nuestras vidas al enamorarnos, y, a su vez, brindando una carta de amor al Britpop.

SINOPSIS

La trama de esta película no sigue una estructura lineal con sus cortes abruptos entre líneas de tiempo, alternando escenas del rompimiento junto con las del noviazgo hasta que ambas, inevitablemente, se entrelazan. Y tan pronto como nos damos cuenta somos espectadores de la ruptura entre Liam y Natalie, quienes se conocen en una tienda de discos en Londres cuando el joven se percata de que ella está en busca del Best Of de una de sus bandas favoritas, es decir, Blur. Luego de que Liam exponga un interesante monólogo en cuanto a porqué Natalie debería de apreciar la discografía del grupo escuchando los álbumes cronológicamente, la química entre los actores jugaría un papel determinante cuando ambos personajes se enamoran en una discoteca.

Una vez empiezan a convivir como pareja (incluida la escena de sexo más divertida que he visto en mi vida), Liam se obsesiona con perseguir su sueño de ser una estrella de rock ante la imposibilidad de mantener un trabajo estable, mientras que Natalie se ve en la obligación de pagar el alquiler con un sueldo que dista mucho de sus aspiraciones como diseñadora gráfica, derivando al inevitable rompimiento una vez Liam, en estado de ebriedad, monta una escena en la galería de arte en frente del jefe de su novia.

Conforme los tiempos cambian, la forma en la que consumimos la música también, y por desgracia, las relaciones de amor a su vez, cuyo punto de inflexión ocurre aquí cuando cierran la tienda donde se conocieron, momento en el que el streaming y (en menor medida) las descargas digitales llevaron a los formatos físicos como los vinilos y CD's a la ruina. Ambos se tendrían que repartir entonces la colección de discos que habían formado juntos, cuyo contenido había sido crucial en sus diez años de relación amorosa.

Sumido en una depresión post-ruptura y viviendo en casa de su madre, Liam se convierte en aquello que juró destruir: un vendedor de café lattes que ocupa un iPhone y, brevemente, una cuenta de Tinder para conocer chicas. Natalie, a su vez, empieza a salir con un compañero de trabajo que quería con ella desde un buen principio, pero no sería por mucho tiempo hasta que su corazón volvería a latir al mismo ritmo que el de Liam, gracias a un vídeo viral en el que éste, creyendo ver a su ex-novia entre los espectadores, rompe en llanto en pleno concierto. Ya cuando finalmente las cosas se dan para la banda de Liam (Head Cleaner) bajo la tutela de The Curve (un hombre que se hizo pasar por mánager sólo porque su vida real era poco interesante), este individuo sería el catalizador de la transformación personal (casi milagrosa) del protagonista, mostrándose como un hombre cambiado para recuperar a su amada.

SOUNDTRACK

Paradójicamente, Modern Life Is Rubbish no cuenta con canciones de la banda que proporciona su nombre, ello debido a que los productores no lograron contactar con los miembros de Blur para que les fuese otorgado el permiso de utilizar su música con ese fin... Pero no por ello la propuesta palidece, más bien todo lo contrario, ya que sí pudieron contar con artistas de la talla de The Libertines, Stereophonics, Spiritualized, Cocteau Twins, The Vaccines y Radiohead, los cuales formaron parte de la banda sonora no sólo de la película, sino del noviazgo de los protagonistas. Así reflexionaba el cineasta Daniel Gill al respecto:

«Cuando escuchas una canción, a veces te pones nostálgico y piensas en un tiempo en el que pasaste por un buen momento en tu vida».

Para otorgarle una mayor autenticidad a la cinta, el actor principal compondría junto a Ben Parker muchas de las canciones que servirían para el repertorio ficticio de su grupo musical en la película, como Give It Till You've Lost It, UncontrollableMystery, Broken DreamsLiqourice Allsort Girl.

LEGADO

Cinco años después de su estreno, Modern Life Is Rubbish se mantiene como una de las mejores comedias románticas de nuestro tiempo. Muy a pesar de encasillarse dentro del estigma de «película indie», posee un enorme atractivo para un público cuyo nicho es, precisamente, la música indie británica, aquella capaz de despertar sentimientos de profunda nostalgia. ¡Hasta la próxima roqueros!

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