domingo, 19 de abril de 2020

TAME IMPALA - THE SLOW RUSH

En pleno siglo XXI y sobretodo en este 2020, los músicos ya no se sienten tan comprometidos cuando se trata del tiempo de lanzamiento entre discos, por lo que esperar cinco largos años por un nuevo trabajo de tu artista favorito, es algo ya prácticamente habitual... Como si de una prisa lenta se tratara.

Tame Impala es no solo una agrupación musical, no solo es la más extraordinaria banda actualmente en el mundo, sino que nació y sigue siendo un mero proyecto musical de un solo hombre, Kevin Parker. De esta agrupación ya he hablado un par de veces en mi blog, por lo que contarles acerca de algo ya contado no tendría mucha relevancia, pero siempre para lograr entender el presente, hay que indagar un poco en el pasado, y eso es algo que Kevin ha tomado muy en cuenta para este nuevo LP (y yo para esta reseña).

Este proyecto nace desde que Parker se diera cuenta que posee un talento musical realmente genuino, sobretodo a la hora de crear melodías lisérgicas con una clara simpatía por el pop. Si bien, tras formarse como músico y compositor, Kevin tomó desde un buen principio todo el proceso creativo de Tame Impala, debutando de la mano del rock neo-psicodélico y, gracias al apoyo de Modular Recordings, con su primer disco Innerspeaker (2010), un trabajo contundente bajo un manto de psicodelia.

Tras una gran recepción, Parker se estableció para salir de gira bajo el nombre de Tame Impala (y convertirse en una sensación en los grandes festivales eventualmente) con músicos como Dominic Simper (guitarrista), Jay Watson (tecladista) y Julien Barbagallo (baterista) principalmente. Ahora si bien, ya era hora para Kevin de superarse como músico, cosa que logró con el excelso segundo LP Lonerism (2012), un trabajo más introspectivo y melódico que muestra a Parker en estado de gracia reflexionando sobre la soledad, la vida en sociedad y sobretodo, sus inquietudes por buscar la melodía pop perfecta.

Tras unos años entre giras, descansos y mucha expectativa, Tame Impala abordó un giro radical pero coherente con su tercer álbum Currents (2015), de sonoridades más pegadizas, bailables, inmediatas y manteniendo un ambiente lisérgico bajo un repertorio más comercial, representando un momento que disparó la popularidad de Parker a nivel mundial, convirtiéndose en uno de los productores más solicitados de la industria desde entonces. 

Ahora bien, tras cinco largos años de espera, tenemos en este indescifrable 2020 el esperadísimo cuarto álbum de estudio de Tame Impala, en el cual vemos como Kevin lo elaboró bajo una prisa lenta, sin dejar que el proceso creativo perdiera su flujo en lo más mínimo. Incluso, si para grabar un álbum hay que tomarse unos cinco años, aquí está más que justificado.

Digo esto último ya que puede parecer uno de los trabajos más coherentes de Parker hasta los momentos, con una fluidez sonora impecable y con muchas de sus más brillantes melodías. Eso en el ámbito musical, en lo lírico percibimos ya un cambio decisivo, ya no se habla de experiencias sobre la soledad ni de rupturas amorosas, sino de un amor renovado, experiencias del pasado ya afianzadas, relaciones dañadas que han sido perdonadas con el paso del tiempo.

No podemos ponerlo en duda, este es un LP mucho más personal para Kevin Parker, donde explora un montón de tópicos de su vida pero con tal madurez que hace que este fantástico álbum sobresalga dentro del canon de Tame Impala.

El LP empieza con la synth pop One More Year, un tema muy lisérgico cuya letra claramente aborda el paso del tiempo y en lo personal, como Parker, teniendo el álbum prácticamente listo, decidió esperar otro año más para pulirlo, al igual que en una prisa lenta... La siguiente es Instant Destiny, un corte mucho más dream pop con matices de R&B, uno de los temas más digeribles y melódicos del LP. Este plantea experiencias muy personales, esta vez acerca de una renovada vida amorosa. Llega Borderline, el primer single del LP (lanzado hace como un año atrás), tercer track cuyo mix difiere con la versión del sencillo (ligeramente simplificada acá). Se trata de una canción más electro-pop, pegadiza y con toques de disco music. En mi opinión, la versión original era mucho mejor. Posthumous Forgiveness, es un corte clave en este largo, comienza como una canción inquietante, acústica, y con un manto de sintetizadores para mutar en un tema melódico, sosegado y lisérgico. De seis minutos de duración, es un tema en el cual Parker afronta la difícil relación que sostuvo con su ya fallecido padre. Breathe Deeper por otra parte es bastante pegadiza para ser una canción igual de larga. Es un corte muy prog pop con interesantes cambios de ritmo. Tras un falso comienzo, surge Tomorrow's Dust, una de las canciones más distintivas del álbum, muy calma, acústica, casi folk pero con una instrumentación soft rock gracias a sus sintetizadores y una punzante batería. Hacia el final de la canción, se escucha una conversación telefónica de una mujer (Sophie Lawrence, esposa de Kevin), con el track anterior sonando de fondo.

La segunda cara abre con un tema rotundo y dramático, estamos hablando de On Track. Esta es una canción dirigida por un sobrio piano bajo una melodía melancólica en la que Parker nos relata como trató de mantenerse en píe tras una mala experiencia amorosa. Como él lo dijo recientemente, es la pieza central del álbum, a la cual le sucede Lost in Yesterday, un tema bastante rítmico y pegadizo. Dirigido por una linea de bajo muy groovy, es significativamente uno de los mejores cortes del LP y muy en el sendero del electro-pop a su vez. Otro tema bastante difícil de no sacar de tu cabeza es Is It True, muy funk, rítmico, es pegadizo y contiene un muy buen uso de las congas. La siguiente es mi favorita de todas y de las mejores, It Might Be Time. Con un sonido bastante AOR, evidentemente deudor de los Supertramp más comerciales, se trata de un corte con un gancho definitivo, mucho más pegadizo y con una melodía agradable gracias al piano Wurlitzer tan bien empleado. Glimmer no la consideraría una canción como tal, ya que, tras escucharse al principio una conversación acerca del sonido del bajo, surge un corte instrumental muy dream pop. Pero con ella llegamos hacia el final, con la prog rock de siete minutos One More Hour, un tema que alterna entre versos pausados y otros de mayor contundencia, con mayor peso de las guitarras eléctricas. Una canción monumental que cierra un álbum con mucha cohesión.

Esa prisa lenta que tanto empleó Kevin Parker a lo largo del disco y que se ha mencionado a lo largo de esta reseña, es el evidente título del nuevo álbum de Tame Impala, The Slow Rush (Modular Recordings), lanzado el 14 de febrero de 2020. Posiblemente e indudablemente, estamos ante el mejor y más impresionante trabajo musical en lo que va de año. Nos encontramos con un Kevin más maduro, que ha aprendido mucho, no solamente en lo musical, sino en lo personal, en pocas palabras, se trata de su LP de maduración, más intimo y lineal. Resulta un álbum que se puede entender mejor si lo escuchas de principio a fin, si entras de lleno en él y dejas que te absorba completamente, ahí radica su belleza y su perfección. 

Tame Impala sigue sorprendiendo, siguen moldeando las bases del pop/rock e indudablemente, están en su mejor momento. A pesar del confinamiento, esperemos que Kevin Parker no postergue su siguiente trabajo otros cinco años más. Como en una prisa lenta, ¡hasta la próxima roqueros!

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