lunes, 28 de diciembre de 2020

JOY DIVISION - CLOSER

Joy Division, incluso después de cuarenta años tras su fatídico final, en una carrera que conllevo tan sólo unos pocos años, perdurarán en el corazón de muchos y dentro del legado incalculable de la música rock británica como uno de los grupos más influyentes de todos los tiempos por excelencia.

Ésta afamada agrupación se consolidó a finales de la década de los setenta de la mano de gente como Ian Curtis (cantautor y líder mitológico de la banda), Peter Hook (bajista y piedra angular en cuanto a sonido), Bernard Sumner (guitarrista y genio detrás de las ideas musicales), y Stephen Morris (baterista y alma que selló el estilo del grupo).

Oriundos de Manchester (Reino Unido), este cuarteto se formó en plena oleada del punk rock británico alrededor de mediados de los setenta, a la par de gente como los Sex Pistols, The Damned y The Clash, todos los mencionados sirviendo como inspiración temprana para el jovial grupo (cabe destacar que se formaron tras un concierto de los Pistols), que venía de pasar por otros nombres tales como «Warsaw» (inspirado en una canción de David Bowie y Brian Eno) antes de establecerse como «Joy Division» (referenciado a partir de los grupos de mujeres judías esclavizadas sexualmente en la Alemania Nazi).

Incluso desde el primer acorde tocado por la banda, siempre estuvieron un paso adelante en comparación a sus pares, partiendo de una forma de tocar el punk mucho más oscura, siniestra, quebrada y atmosférica, dando paso prontamente a un nuevo género musical que los encasillaría para siempre dentro del ahora muy bien conocido post-punk.

Gracias a su tremenda calidad como músicos y su intrigante propuesta musical, tan inaudita como particular, la agrupación se alió enseguida con el DJ Rob Gretton -quien se convertiría en su representante prontamente- para así dar un paso en alto dentro de la escena underground con su primer lanzamiento oficial -en formato EP- con An Ideal For Living (1978), trabajo el cual ponía en testimonio las influencias del grupo con un estilo punk rock mucho más acelerado y magnético el cual se vería envuelto en una metamorfosis que revitalizaría en otras proporciones al fugaz género musical.

Stephen Morris, Ian Curtis, Bernard Sumner y Peter Hook respectivamente.

Tan rápido como surgieron, en cuestión de meses ya tendrían lanzados sus primeros sencillos de la mano de temas como la inquietante Shadowplay, y la punzante She's Lost Control, ambas presentadas en la primera presentación televisiva del cuarteto en el programa musical So It Goes (Granada TV), propiedad del visionario periodista Tony Wilson -quien eventualmente crearía el sello Factory Records con tal de contratar al cuarteto- lo cual supondría el pistoletazo de salida para cuatro muchachos de Manchester destinados a la grandeza pero bajo circunstancias inciertas. Así se referiría el propio Ian Curtis con respecto a la impronta del grupo en aquellos años:

«Básicamente, queremos tocar y disfrutar lo que nos gusta tocar. Creo que cuando dejemos de hacer eso, será el momento de empacarlo todo. Ese será el final».

Pero mucho antes del susodicho final, ellos darían forma al lado de Martin Hannett -ejerciendo como productor- a Unknown Pleasures (Factory;1979), álbum debutante de la banda que los catapultaría bajo un estatus de culto imborrable, el cual proporcionó un éxito considerable para una agrupación de su estilo y que sigue traspasando la barrera del tiempo más allá de la industria del merchandising. Con este trabajo Joy Division cultivaba una obra maestra que se complementaba de una expresión sónica entre cuatro músicos que tomaron el punk rock como base para darle una vuelta de tuerca a su gusto con canciones atmosféricas y brutalmente honestas. Muestra de ello es el afamado sencillo posterior al LP con Transmission, una de las canciones más icónicas del grupo, así como la más inmediata.

Con un debut en su haber, desafiando todo lo establecido hasta los momentos y dando lugar a lo que años más tarde se conocería como el indie rock, Joy Division se encontraba en su apogeo artístico, con la confianza suficiente para abandonar sus trabajos de medio tiempo y concentrarse de lleno en su carrera. Sin embargo, en medio de aquella buena racha, empezarían a avecinarse los problemas que destruirían lentamente a la banda, el más significativo los ataques de epilepsia que afectaban considerablemente la salud de Ian Curtis a tan solo 21 años de edad.

Ian Curtis en un recital de Joy Division, alrededor de 1979.

Dichos ataques epilépticos eran impredecibles, ocurriendo frecuentemente en pleno escenario con los espectadores creyendo que aquellos bailes incontrolables del vocalista eran tan solo parte del espectáculo.

El diagnóstico del cuadro de epilepsia en enero de 1979 dejó al propio Ian devastado, deprimido y muy enfermo como para seguir atendiendo sus labores dentro de Joy Division.

Por otra parte, para comienzos de 1980 aún le quedaba al grupo suficiente inspiración y energía como para elaborar un segundo álbum de estudio, con Ian Curtis en estado de gracia a nivel de composición y con el resto de los integrantes dándolo todo por recorrer un viaje musical sin precedentes, muy a pensar de que el final del trayecto se encontraba justo a la vuelta de la esquina.

Joy Division a punto de entrar al escenario, 1980.

Ahora adentrándonos en lo que sería la reseña del álbum como tal, hay que remarcar el porqué éste LP -que da título y sentido a este artículo- supone una autentica declaración de intenciones no sólo por parte de Ian Curtis como interprete, sino por parte de Joy Division como músicos. Personalmente considero que este disco pone en testimonio un sonido fabricado entre un punto de inflexión muy particular para la banda en medio de su corta trayectoria.

Si bien para finales de 1979 el grupo ya tenía bajo la manga la mitad de composiciones destinadas a este trabajo, las cuales, al igual que en su predecesor, se basaban en un estilo post-punk muy visceral.

Por otra parte, a comienzos de 1980, la otra mitad restante de canciones fueron cobrando forma bajo una paleta sonora mucho más distinta, con mayor prominencia de sintetizadores y con una estructura musical menos tangible y expansiva. Sumner recordaría años más tarde las sensaciones que Curtis le manifestaba durante las grabaciones: 

«Mientras estábamos trabajando en Closer, Ian me dijo que hacer este álbum se sentía muy extraño, porque sentía que todas sus palabras se escribían por sí solas. También dijo que tenía esta terrible sensación de claustrofobia de estar en un remolino y siendo arrastrado hacia abajo, como ahogándose».

Ian Curtis y Bernard Sumner respectivamente, alrededor de 1980.

Las grabaciones del álbum se realizaron en menos de dos semanas con Martin Hannett nuevamente detrás de los controles, ésta vez del estudio londinense Britannia Row (propiedad de Pink Floyd) y empleando sus métodos de producción indescifrables, los cuales dotaron a las canciones de una cohesión sonora mucho más palpable. Al igual que ocurrió con su antecesor, algunos miembros de Joy Division mostraron su descontento nuevamente con las técnicas empleadas por Hannett en las mezclas finales de las pistas de este trabajo (particularmente Sumner y Hook), disminuyendo considerablemente la abrasividad sónica de muchos de los temas que mostraban el poder creciente de la banda en el formato directo. 

Pero muy a su pesar, la labor de Martin Hannett como productor ha sido alabada por su gran audacia al crear su propio estilo de producción, que, como bien lo han expresado a posteriori los miembros sobrevivientes del cuarteto, cimentó el sonido de Joy Division como hoy lo conocemos, ya que es difícil de imaginar que tanto se habrían expandido las habilidades musicales de los miembros (y de la banda esencialmente) si no fuese por él. 

Hannett, como productor, es para el post-punk lo que Phil Spector para la música pop, dicho personaje utilizaba el propio estudio de grabación como un instrumento musical más, con el cual podía explorar mayores recursos sonoros y crear así obras maestras a su gusto. Y al igual que Spector concentraba su atención en el cantante de la banda particularmente del resto de los miembros, Martin Hannett recurría constantemente a Ian Curtis para ensamblar sus voces, otorgándole así mayor claridad y efectividad a su mensaje, cuyas letras se tornaban aún más inquietantes y sombrías, pero totalmente enfocadas, plasmando los sentimientos de desdicha y las batallas personales con las que Curtis lidiaba a diario.

Martin Hannett, productor de Joy Division, en el estudio de grabación.

Joy Division fueron una banda completamente abierta a la experimentación y a asumir riesgos en su impronta, cosa que su productor terminó de cimentar al retar a la agrupación a expandir cada vez más su paleta sonora con improvisaciones y a llenar de gran profundidad no sólo el significado detrás de sus canciones, sino las melodías que las comprenden. Ahora, creo que es tiempo de desgranar el repertorio de temas que conforman esta gran obra del rock a continuación:

Da comienzo el LP con la disonante y etérea Atrocity Exhibition, un corte repleto de matices sonoras y una marcada batería dando lugar a los versos que hacen referencia a la novela «La Exhibición de Atrocidades» de J.G. Ballard. En temas como éste se nota mucho a donde querían llegar Joy Division, mostrando su versatilidad como músicos. Irrumpe enseguida la más vertiginosa e instantánea Isolation, una canción que aunque date de hace 40 años, suena mucho más relevante actualmente. Este tema posee un sonido de post-punk muy reconocible, pero con mayor inclinación hacia los sintetizadores, los cuales se complementan con el penetrante bajo de «Hookie» y la intrigante voz de Ian -quien se sentía muy alienado tanto del grupo como de su familia-. Le sigue la más reflexiva pero consistente Passover, una canción más contenida musicalmente. Sin duda uno de los temas más poderosos del largo en mi opinión. Colony, por otra parte, es otro trallazo de canción si me lo permiten, una pista más electrizante e inmediata -inspirada en un cuento de Franz Kafka- con un ritmo mucho más simple gracias al impresionante trabajo de la banda en conjunto. A Means To An End es una canción muy poderosa debido al aventurero bajo de Hook, los arpegios adecuados de Sumner a la guitarra, una batería de Morris marcando el ritmo y con Ian Curtis desgranándose en plena canción -la letra, al igual que la gran mayoría, reflejaban su debacle personal en aquel momento-. Así cierra una convulsiva primera cara del LP.

Abriendo una segunda cara relativamente tranquila, se avecina Heart and Soul, otro corte muy elaborado y en la línea experimental del álbum, con una batería más protagonista y un bajo más sutil, complementados de guitarras evocadoras y un delicado trabajo vocal. Tras aquel tema, llega la contundente Twenty Four Hours, un temazo en toda regla, muy oscuro y atmosférico. El sonido del bajo conduce esta canción de forma esplendida, junto con unas arrolladoras guitarras complementadas con una batería muy marcada, y la melancólica interpretación del vocalista. Un tour-de-force de sonoridad lúgumbre. The Eternal... posiblemente el corte más sublime y dinámico de todo el LP a mi parecer, un tema progresivo e intenso que se compenetra perfectamente con un punzante bajo de Hook, un piano marcado cortesía del productor y unas voces de Curtis desgarradoras. Una pieza muy adelantada a su época. Y para darle final al álbum, cerramos con Decades, un tema dominado por los sintetizadores y un robótico ritmo en tono de marcha fúnebre, el cual va cobrando intensidad paulatinamente hasta llegar a un final merecedor de una obra de arte como lo es un álbum como Closer.

Al igual que Unknown Pleasures hace un año, Closer fue re-editado el pasado julio en una edición remasterizada para los amantes del vinilo por su 40 aniversario.

Closer (Factory), supone esencialmente el epitafio perfecto no sólo para un mito como Ian Curtis, sino para la propia banda que lo representa, es decir, Joy Division... ¿Y por qué les digo esto? pues porque como ustedes sabrán, Joy Division fue sepultada el 18 de mayo de 1980, día en el que Ian Curtis, agobiado como cansado de su frágil estado físico y su constante lucha interna consigo mismo -tras escuchar el acetato de The Idiot de Iggy Pop y ver Sroszek de Werner Herzog en la televisión- se ahorcó -con la soga del tendedero de ropa- en la cocina de su vivienda en Macclesfield para partir definitivamente -más no al sitio de encuentro con la banda antes de volar a su gira estadounidense-.

Si bien, además de la considerable epilepsia y el deplorable estado de ánimo que invadían la depresiva e inquieta psique de Curtis, también se sumaban otros factores, como su relación extra-marital con la periodista belga Annik Honoré, cuya infidelidad le hacía más feliz en el ámbito amoroso pero le proporcionaba una culpa interior al ignorar completamente a su esposa Deborah y a su pequeña hija Natalie. Pero al igual que ocurrió con Los Beatles en su tiempo, no toda la culpa recae en esta especie de Yoko Ono, ya que al igual que el cuarteto de Liverpool, Joy Division poco a poco se estaba fragmentando debido a las tensiones en el seno del grupo y los crecientes infortunios causados por la enfermedad de Ian.

Tras la muerte prematura de Ian Curtis a los 23 años, Joy Divison editaron en julio de 1980 tanto el LP Closer como sencillos aparte, la atemporal Love Will Tear Us Apart y la hipnótica Atmosphere, las cuales inmortalizaron el legado de Curtis a su vez del de la banda británica. ¡Hasta la próxima roqueros!

Reseña destacada

OASIS

Existen bandas de rock que definen no sólo épocas, generaciones o estilos de vestimenta, sino que pueden llegar a influir en la personalidad...

Reseñas populares